Así fue hace unas semanas, cuando el estreno del documental ‘De Panzazo' (una crítica al sistema educativo) le dio cabida a todos. De principio era normal, los ve uno en sus fotos, luciéndose, robando cámara, nada que no hagan a diario. Pero fue cuestión de ver el filme, más por el morbo de ver la transformación estética de la maestra Elba Esther a lo largo de los años que por otra cosa. Entonces, como epifanía, la pregunta llega ¿qué diablos hacían ellos, los políticos, en esa alfombra roja?
En una cabeza sensata, sólo vergüenza debió provocarles caminar en ese sitio. Y no fue así. Como si el problema de la educación en México fuera algo que no les compete, se lucieron diputados, presidentes de partidos y funcionarios públicos. Peor aún, por ahí desfilaron dos de los candidatos presidenciales que más relación han tenido con la líder magisterial vitalicia en los últimos años: Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota.
El primero, aliado con ella hasta hace poco en la carrera electoral y miembro de un partido que cuando estuvo en el poder, la encumbró hasta el infinito y más allá. La segunda, a cargo en este sexenio de la Secretaría de Educación Pública, sin lograr en su paso por dicha dependencia algo tan básico como un padrón de maestros nacional.
Porque aunque usted no lo crea, nadie sabe cuántos profesores de educación básica hay en este país, lo cual resulta ilógico, si se toma en cuenta que alguien les paga y otro les cobra una cuota por representarlos en un gremio.
Todo eso sí está contabilizado, pero se mide en pesos y centavos. Si alguna contribución llega a faltar, ahí es donde se dan cuenta que alguien existe y deja de ser un número para convertirse en un humano moroso. Vicios que engrasan una maquinaria que nadie está dispuesto a parar de menos para un mantenimiento menor.
Pero no hay bochorno, ni siquiera un ligero sonrojo. El rubor sólo existe para las fotos. Total, que para eso se inventó la pena ajena, para que todos los demás sufran el entripado y las ganas de sumir la cabeza bajo tierra, algo que ellos son incapaces de manifestar.
El candidato junior
Cuando todos pensábamos que no podía surgir otro candidato de relleno, saltó Manuel Clouthier a la palestra para enloquecer a todos los encuestadores que en los últimos dos meses no pueden hacer un sondeo con el menor margen de error posible porque resulta que siempre se les queda fuera alguien. Aquí viene el hijo de ‘Maquío’, cuyas batallas deberá centrar en dos frentes y en ninguno tiene a algún rival de otro partido. Por un lado, necesitará darle una voltereta a las leyes electorales que indican que sólo los partidos pueden nominar a un sujeto a la Presidencia. Sí, es injusto, pero prefirió dar la batalla desde afuera a quedarse en su curul para lanzar una iniciativa de reforma de ley. A eso hay que agregarle la mística que resulta desconocida para muchos de los futuros electores. La fama de su papá podría ser una carta fuerte pero sólo con quienes escuchan en la radio sus canciones favoritas en ‘oldies but goodies’. Para quien tenga menos de 40 años, le da lo mismo que sea el vástago de uno de las principales figuras políticas en la historia de este país. Por si las dudas, Manuel Junior ya se mimetiza con la imagen de su progenitor, se deja la barba y le roba frases como “El chiste no es cambiar de amo, sino dejar de ser perros”. Todo indica que tendremos unas semanas de nostalgia, aunque eso de volver al pasado es la tarea de otro partido, con más colmillo y más años medidos en carbono 14.
Del olvido al no me acuerdo
Y hablando de figuras emblemáticas de antaño, de 1988 para ser exactos, ahora resurgió uno de los actores que más se quedaron en el inconsciente colectivo de una generación y todo de la mano Morena de Andrés Manuel López Obrador. Su tocayo Manuel Bartlett, ex priísta y ex gobernador de Puebla, que quizás conozcan por películas como ‘La caída del sistema’, está postulado para el Senado por el brazo político del más amoroso de los zurdos. Después de Salinas de Gortari, Bartlett era una de las personas innombrables por el PRD, hasta que AMLOve le borró sus pecados con su mágico poder de sanación. Es eso o un conveniente Alzheimer selectivo le pegó fuerte a Andrés Manuel y sus seguidores. Pero no hay que culparlo; su verdadera intención es exprimir los secretos de la alquimia electoral acumuladas a través de los años y para eso nadie mejor que Bartlett, que hace 24 años se las sabía de todas, todas y siguió como si nada. Me imagino que ya se prepara un momento apoteósico, como reencuentro de ex Big Brothers, para que sea el mismo Cuauhtémoc Cárdenas quien le levante la mano en caso de ganar. No le guardará rencor. Después de todo, sólo se trataba de una silla y unos pinos.
En busca de la Quiadritura
No les basta con que lo ninguneen los de casa, tenían que traer a alguien de fuera para recordarle a Gabriel Quadri que su posición es como de esos equipos que llegan de la Liga de Ascenso a Primera División y que la complicada y tramposa tabla de porcentaje los tiene siempre al filo del descenso. La visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, puso en evidencia que en la mayoría de las cosas todos somos iguales, pero en otras unos son más iguales que otros. A todos los aspirantes presidenciales los invitó a tomarse un café (algo debe de ofrecer este señor que todos querían ir a verlo) menos al representante del Panal. Pero no es porque nadie lo conozca, sino porque con toda seguridad su invitación viajó por correo tradicional y ya sabemos que Quadri es un hombre tan moderno que sólo sabe de redes sociales. Lo extraño es que el IFE no haya metido su cuchara en busca de un trato equitativo hacia todos los contendientes. ¿No que no tronabas pistolita? Ni una llamada de atención, ni un comentario. Todo por estar tan metido en decidir a qué estados le quitaban el insufrible spot de Morena y a cuáles se los enjarateba hasta por partida doble. Si usted es de los afortunados que ya no lo ve ni lo oye, no sabe cómo se le envidia. Tanto nos lo repiten, que estuve a punto de firmar como Héctor Bonilla.
La mala costumbre de salir en la TV
Como una maldición, el caso de Florence Cassez regresa año con año a causarle dolores de cabeza a la actual administración. Y todo por querer lanzar al estrellato a las producciones Genaro García Luna, especializadas en repetir sucesos criminales nada más para que usted pueda recrear los increíbles operativos que realiza con su hollywoodesco equipo. Por si no lo recuerda, la detención en vivo y a todo color de la mujer francesa como parte de un grupo de secuestradores resultó un montaje hecho para la televisión, pues el operativo ya se había llevado a cabo con anterioridad. Pero como no había cámaras, había que ejecutarlo de nuevo, al estilo gringo, para darle el dramatismo necesario. De eso ya hace 6 años y sigue la mata dando, pues aparte de generarse un desencuentro internacional, ahora el caso será discutido una vez más tras la propuesta de un magistrado de poner en libertad a Cassez por las irregularidades en su proceso. Es decir, que por ese afán de protagonismo del titular de la SSP y su sueño de ser una estrella más del canal de las estrellas, todo se fue al garete. Si nos cuesta lo mismo hacerlo bien que hacerlo mal, ¿por qué siempre elegimos hacerlo mal? Porque eso se traduce en ratings y ‘palo dado, ni Dios lo quita’. Falta ver quién se quedó con el palo.
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